domingo, 30 de noviembre de 2008

Black Button - Lucas Crandles



Elija entre la salvación y la condena. Solo decida presionar el botón negro.

Proverbio chino - Javier San Román



Acompañe a un joven negro a hablar chino en un restaurante de la misma raza y a decifrar un proverbio que encontró dentro de una galleta( se recomienda mover la cabeza al compás de la música)

lunes, 24 de noviembre de 2008

Kárate a muerte en Torremolinos - Pedro Temboury




¿Un monstruo prehistórico o un humano ebrio disfrazado de calamar-pulpo-cangrejo gigante?. Es la primera interrogante que me deja el ver el trailer de, probablente, la "peor" película española de todos los tiempos, evidentemente parametrada en el cine de tipo "b". Claro, y como todo monstruo legendario , tipo Godzilla, Jocántaro necesita que alguien sacrifique algunas víctimas humanas, gente que solo camina y corre, para que le entren ganas de destruir al mundo.



y aquí, enfrentándose a marcianos:





sábado, 22 de noviembre de 2008

60 cups of coffee - David Ward



Dicen que tomar 60 taza de café pueden detener su corazón. ¿Quieren comprabarlo?

¿Qué es el hombre?



El hombre es un miembro del reino animal, del filum de los cordados, del subfilum de los vertebrados, de la clase de los mamíferos, de la subclase de los euterios, del grupo de los placentarios, del orden de los primates, del suborden de los pitecoides, del infraorden de los catarrinos, de la familia de los hominoides, de la subfamilia de los homínidos, del género homo y de la especie stupidus.

Fragmento de una entrevista de la revista Debate a Marco Aurelio Denegri.

Surrealismo

Me siento como un profesor al que detesto por su exagerado purismo del lenguaje. Me preguntaron si la palabra surrealismo estaba bien empleada, y , como yo no sé ni un carajo de eso, recurrí al diccionario.




Tomado del Diccionario Panhispánico de Dudas. Primera edición, 2005.

Del francés "surréalisme", designa el movimiento artístico y literario surgido en Francia a comienzos del siglo xx y caracterizado por dar primacía al inconsciente y a lo irracional. La palabra francesa está formada con el prefijo "sur"-, cuyos equivalentes en español son los prefijos sobre-, super- o supra-; de ahí otros nombres como "sobrerrealismo", "superrealismo" o "suprarrealismo", que, aunque formalmente más adecuados, no han conseguido desplazar a surrealismo, denominación que se ha impuesto con claridad en todo el ámbito hispánico y resulta, por ello, la más recomendable. Lo mismo ocurre con "surrealista", frente a las alternativas "sobrerrealista", "superrealista" y "suprarrealista".

Conclusión: la palabra está mal traducida, pero una vez más el uso solo camina sobre la norma.

La Cacosmia o reflexión sobre el hombre basuralicio

Un artículo de Marco Aurelio Denegri

Cacosmia: "Perversión del sentido del olfato en cuya virtud resultan agradables los olores repugnantes o fétidos."

En el siglo XVI, en España, era tal el hedor de las calles, por el amontonamiento de basura, que la gente distinguida, la gente de viso y alcurnia iba por ellas oliendo una bota o como se decía antes una borracha de ámbar, esto es, un odre con perfume delicado.

Júzguese si no sería elegante y refinado semejante uso, que el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, no supo regalar cosa mejor a quienes le protegieron durante su destierro. En París, durante los siglos XVIII y XIX, el enmierdamiento callejero era impresionante. Hasta tal punto que el doctor Moreau llega a decir que había tanta mierda en el suelo, que éste ya no se veía. (Cf. A. Corbin, El Perfume o el Miasma, 130, n. 13.)

Y según Eberhard Rathgeb, en la capital del Imperio Alemán, en la década de 1870, el enmierdamiento callejero y la consiguiente pestilencia era lo normal.

Lo curioso, en el caso de la España quinientista, es que la hediondez callejera no disgustaba al pueblo, el cual se había acostumbrado tanto a la inmundicia, que protestó vivamente cuando se limpiaron las calles. La razón de ello es una perversión que en jerga médica se conoce con el nombre de cacosmia. Esta voz procede del griego kakós, malo, y osmé, olor. La cacosmia es la perversión del sentido del olfato en cuya virtud resultan agradables los olores repugnantes o fétidos. A un enfermo de cacosmia, a un cacósmico, le parece fragante lo pestilente y bienoliente y hasta delicioso lo excrementicio. Enrique IV de Castilla, monarca del siglo XV, padecía de cacosmia y por eso "amaba la pestilencia", como dice su biógrafo Gregorio Marañón.

Y el gran historiador Jules Michelet se deleitaba con el olor pestífero de las heces fecales. El hombre es el animal que defiende esforzadamente la basura y entre todos los animales que gustan de ella es el campeón, el que la consume y difunde con más ahínco y entusiasmo. Unamuno decía que el hombre es el "animal guardamuertos". Y es cierto. Pero yo agregaría que además es el animal embasurante y basuralizante por excelencia. Es un ser basuralicio. La basura lo atrae irresistiblemente y él se complace en ella con delectación y hasta con frenesí.

Demuéstranlo cumplidamente, no diré ciertos programas de televisión, sino abundantes programas de televisión. La basura es adictiva. Y la basura que produce y esparce diariamente la televisión es peligrosísima, ya que origina una violenta y tenaz adicción.

Los televidentes se acostumbran a la cochinada químicamente pura y a la vulgaridad más atroz. Embarrarse es para ellos una fiesta y enlodarse una diversión y enmierdarse una vocación y un destino. En la página 383 de su libro A Trancas y Barrancas, Alfredo Bryce Echenique manifiesta lo siguiente: "Confusión hay por todas partes y cada día más, y el hombre parece acercarse a la imagen definitiva de un ser profundamente imbécil que mira cada día más horas de telebasura y soporta el idiotizador impacto de la angustiosa publicidad, sin capacidad de respuesta alguna."

La cacosmia llegó al Perú hace más de diez años, tal vez quince. Y llegó para quedarse. ¡Maldita sea!

El río Leteo o sobre la memoria - Marco Aurelio Denegri

Al margen de que no recuerde lo que hizo en la borrachera última, ¿de qué deberíamos olvidarnos para siempre?:

viernes, 21 de noviembre de 2008

Choque - Nacho Vigalondo




Un juego con carritos chocones, pronto se volverá en una competencia obsesiva.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Paper Landscape at Les Voutes in Paris - Guy Sherwin



¿Performance o proyección? Cuando las dimensiones tempo espaciales jueguetean entre sí... Prometo averiguar sobre éste individuo.

Man with mirror - Guy Sherwin



Proyección - performance de Guy Sherwin, a quién, gracias al ocio y la resaca, descrubrí hoy.

UP series - La vida vista cada siete años




El 5 de mayo de 1964 se estrenó en Gran Bretaña la película documental “Seven Up” basada en entrevistas realizadas a un grupo de niños de siete años de edad . Los catorce niños involucrados fueron seleccionados de distintas clases sociales con la explícita intensión de demostrar que el origen social era determinante en su futuro. Posteriormente, y cada siete años, el director Michael Apted siguió la vida de ese mismo grupo de niños creando una serie documental extraordinaria, extensa y profunda. En el año 2005 fue estrenada la última edición: “49 Up”, que mostraba la evolución en las vidas de aquellos niños de 7 años, ahora transformados en adultos de 49. A finales del año 2011 Apted espera filmar “56 up”.

La primera película fue dirigida por Paul Almond y producido por Granada Film como un programa de televisión para la serie World in Action. Originalmente no existía ningún plan de volver a producir el mismo programa 7 años después, pero una nueva versión dirigida por Michael Apted comenzó con la serie.

Destinos
Michael Apted tenía la hipótesis que la estructura de las clases sociales del Reino Unido era tan estricta que la vida de cada una de las personas quedaba fijada desde el mismo momento de su nacimiento. Esta idea pudo ser confirmada en la mayoría de los casos de “Seven Up”, pero hubo excepciones. Algunos analistas sugieren que la propia presencia del programa en la vida de sus protagonistas los ha afectado. En general, aquellos niños que asistían en 1964 a las escuelas de elite continúan perteneciendo a esos círculos, y quienes provenían de las clases trabajadoras siguen allí.

El método de realización creado por Apted establece un proceso de filmación donde cada uno de los temas es filmado en dos días y se le dedica a cada entrevista más de seis horas. El director admite que es un proceso largo pero necesario para captar a los personajes en el trabajo, con la familia y en los momentos que sea pertinente para darle profundidad. Después de filmar, cada uno de los participantes asiste a la edición donde se le muestra el material que lo incluye y puede solicitar modificaciones si lo desea.

Originalmente la serie comenzó como un documental político, pero con el tiempo fue migrando hasta convertirse en una serie sobre la condición humana. Ha recibido innumerables elogios y premios. “Up Series” fue considerada una de las 10 mejores películas de todos los tiempos por el guionista y crítico inglés Roger Ebert y aparece en el puesto 26 en la lista de British Film Institute entre los 100 Mejores Programas de Televisión Británicos. La serie ha tenido versiones locales en Rusia, Sudáfrica, Australia, Japón y Estados Unidos

Tomado de www.juliangallo.com.ar

Feelings - Todd Solondz



Un adolescente tardío canta sus feelings of love mientras se dirige al mar...

Therry Tate Office Linebacker - Rawson Marshall Thurber



Terry Tate , quizá, sería un empleado de una oficina cualquiera en un lugar cualquiera, de no ser porque es un Linebacker( defensa de fútbol americano). ¿Su labor? supervisar el orden y causar mucho dolor.

El hijo - Horacio Quiroga


Horacio Quiroga en Misiones


Una conversasión sobre historias de caza, dichosas e infelices, activó el engranaje de mi memoria, que en la décimo segunda revolución se detuvo para recordar éste alucinado cuento en donde, por cierto, hay gente que camina:



Es un poderoso día de verano en Misiones, con todo el sol, el calor y la calma que puede deparar la estación. La naturaleza, plenamente abierta, se siente satisfecha de sí.
Como el sol, el calor y la calma ambiente, el padre abre también su corazón a la naturaleza.

-Ten cuidado, chiquito -dice a su hijo, abreviando en esa frase todas las observaciones del caso y que su hijo comprende perfectamente.

-Si, papá -responde la criatura mientras coge la escopeta y carga de cartuchos los bolsillos de su camisa, que cierra con cuidado.

-Vuelve a la hora de almorzar -observa aún el padre.

-Sí, papá -repite el chico.

Equilibra la escopeta en la mano, sonríe a su padre, lo besa en la cabeza y parte. Su padre lo sigue un rato con los ojos y vuelve a su quehacer de ese día, feliz con la alegría de su pequeño.

Sabe que su hijo es educado desde su más tierna infancia en el hábito y la precaución del peligro, puede manejar un fusil y cazar no importa qué. Aunque es muy alto para su edad, no tiene sino trece años. Y parecía tener menos, a juzgar por la pureza de sus ojos azules, frescos aún de sorpresa infantil. No necesita el padre levantar los ojos de su quehacer para seguir con la mente la marcha de su hijo.

Ha cruzado la picada roja y se encamina rectamente al monte a través del abra de espartillo.

Para cazar en el monte -caza de pelo- se requiere más paciencia de la que su cachorro puede rendir. Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará la linde de cactus hasta el bañado, en procura de palomas, tucanes o tal cual casal de garzas, como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores. Sólo ahora, el padre esboza una sonrisa al recuerdo de la pasión cinegética de las dos criaturas. Cazan sólo a veces un yacútoro, un surucuá -menos aún- y regresan triunfales, Juan a su rancho con el fusil de nueve milímetros que él le ha regalado, y su hijo a la meseta con la gran escopeta Saint-Étienne, calibre 16, cuádruple cierre y pólvora blanca.

Él fue lo mismo. A los trece años hubiera dado la vida por poseer una escopeta. Su hijo, de aquella edad, la posee ahora y el padre sonríe...

No es fácil, sin embargo, para un padre viudo, sin otra fe ni esperanza que la vida de su hijo, educarlo como lo ha hecho él, libre en su corto radio de acción, seguro de sus pequeños pies y manos desde que tenía cuatro años, consciente de la inmensidad de ciertos peligros y de la escasez de sus propias fuerzas.

Ese padre ha debido luchar fuertemente contra lo que él considera su egoísmo. ¡Tan fácilmente una criatura calcula mal, sienta un pie en el vacío y se pierde un hijo!

El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.

De este modo ha educado el padre a su hijo. Y para conseguirlo ha debido resistir no sólo a su corazón, sino a sus tormentos morales; porque ese padre, de estómago y vista débiles, sufre desde hace un tiempo de alucinaciones.

Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no debía surgir más de la nada en que se recluyó. La imagen de su propio hijo no ha escapado a este tormento. Lo ha visto una vez rodar envuelto en sangre cuando el chico percutía en la morsa del taller una bala de parabellum, siendo así que lo que hacía era limar la hebilla de su cinturón de caza.

Horrible caso... Pero hoy, con el ardiente y vital día de verano, cuyo amor a su hijo parece haber heredado, el padre se siente feliz, tranquilo y seguro del porvenir.

En ese instante, no muy lejos, suena un estampido.

-La Saint-Étienne... -piensa el padre al reconocer la detonación. Dos palomas de menos en el monte...

Sin prestar más atención al nimio acontecimiento, el hombre se abstrae de nuevo en su tarea.

El sol, ya muy alto, continúa ascendiendo. Adónde quiera que se mire -piedras, tierra, árboles-, el aire enrarecido como en un horno, vibra con el calor. Un profundo zumbido que llena el ser entero e impregna el ámbito hasta donde la vista alcanza, concentra a esa hora toda la vida tropical.

El padre echa una ojeada a su muñeca: las doce. Y levanta los ojos al monte. Su hijo debía estar ya de vuelta. En la mutua confianza que depositan el uno en el otro -el padre de sienes plateadas y la criatura de trece años-, no se engañan jamás. Cuando su hijo responde: "Sí, papá", hará lo que dice. Dijo que volvería antes de las doce, y el padre ha sonreído al verlo partir. Y no ha vuelto.

El hombre torna a su quehacer, esforzándose en concentrar la atención en su tarea. ¿Es tan fácil, tan fácil perder la noción de la hora dentro del monte, y sentarse un rato en el suelo mientras se descansa inmóvil?

El tiempo ha pasado; son las doce y media. El padre sale de su taller, y al apoyar la mano en el banco de mecánica sube del fondo de su memoria el estallido de una bala de parabellum, e instantáneamente, por primera vez en las tres transcurridas, piensa que tras el estampido de la Saint-Étienne no ha oído nada más. No ha oído rodar el pedregullo bajo un paso conocido. Su hijo no ha vuelto y la naturaleza se halla detenida a la vera del bosque, esperándolo.

¡Oh! no son suficientes un carácter templado y una ciega confianza en la educación de un hijo para ahuyentar el espectro de la fatalidad que un padre de vista enferma ve alzarse desde la línea del monte. Distracción, olvido, demora fortuita: ninguno de estos nimios motivos que pueden retardar la llegada de su hijo halla cabida en aquel corazón.

Un tiro, un solo tiro ha sonado, y hace mucho. Tras él, el padre no ha oído un ruido, no ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra una sola persona a anunciarle que al cruzar un alambrado, una gran desgracia...

La cabeza al aire y sin machete, el padre va. Corta el abra de espartillo, entra en el monte, costea la línea de cactus sin hallar el menor rastro de su hijo.

Pero la naturaleza prosigue detenida. Y cuando el padre ha recorrido las sendas de caza conocidas y ha explorado el bañado en vano, adquiere la seguridad de que cada paso que da en adelante lo lleva, fatal e inexorablemente, al cadáver de su hijo.

Ni un reproche que hacerse, es lamentable. Sólo la realidad fría, terrible y consumada: ha muerto su hijo al cruzar un... ¡Pero dónde, en qué parte! ¡Hay tantos alambrados allí, y es tan, tan sucio el monte! ¡Oh, muy sucio ! Por poco que no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en la mano...

El padre sofoca un grito. Ha visto levantarse en el aire... ¡Oh, no es su hijo, no! Y vuelve a otro lado, y a otro y a otro...

Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre aún no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama par él a gritos, su boca continúa muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo en voz alta, será la confesión de su muerte.

-¡Chiquito! -se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter es capaz de llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en aquella voz.

Nadie ni nada ha respondido. Por las picadas rojas de sol, envejecido en diez años, va el padre buscando a su hijo que acaba de morir.

-¡Hijito mío..! ¡Chiquito mío..! -clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus entrañas.

Ya antes, en plena dicha y paz, ese padre ha sufrido la alucinación de su hijo rodando con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón sombrío del bosque, ve centellos de alambre; y al pie de un poste, con la escopeta descargada al lado, ve a su...

-¡Chiquito...! ¡Mi hijo!

Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz pesadilla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan, cuando ve bruscamente desembocar de un pique lateral a su hijo.

A un chico de trece años bástale ver desde cincuenta metros la expresión de su padre sin machete dentro del monte para apresurar el paso con los ojos húmedos.

-Chiquito... -murmura el hombre. Y, exhausto, se deja caer sentado en la arena albeante, rodeando con los brazos las piernas de su hijo.

La criatura, así ceñida, queda de pie; y como comprende el dolor de su padre, le acaricia despacio la cabeza:

-Pobre papá...

En fin, el tiempo ha pasado. Ya van a ser las tres...

Juntos ahora, padre e hijo emprenden el regreso a la casa.

-¿Cómo no te fijaste en el sol para saber la hora...? -murmura aún el primero.

-Me fijé, papá... Pero cuando iba a volver vi las garzas de Juan y las seguí...

-¡Lo que me has hecho pasar, chiquito!

-Piapiá... -murmura también el chico.

Después de un largo silencio:

-Y las garzas, ¿las mataste? -pregunta el padre.

-No.

Nimio detalle, después de todo. Bajo el cielo y el aire candentes, a la descubierta por el abra de espartillo, el hombre vuelve a casa con su hijo, sobre cuyos hombros, casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz brazo de padre. Regresa empapado de sudor, y aunque quebrantado de cuerpo y alma, sonríe de felicidad.

Sonríe de alucinada felicidad... Pues ese padre va solo.

A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vacío. Porque tras él, al pie de un poste y con las piernas en alto, enredadas en el alambre de púa, su hijo bienamado yace al sol, muerto desde las diez de la mañana.

jueves, 13 de noviembre de 2008

"¡¿ Te crees mejor porque te desnudas ?!




El ambiente alcoholizado fue el escenario perfecto. Tenso diálogo en lengua extranjera. Elogio a la desnudes o demasiado calor ya daba lo mismo. Desollado de su piel social, quizá nunca fue más auténtico, o quizá más frustrado: " ¿ acaso te crees mejor porque te desnudas?...

Sonrisas aplastadas y largo silencio hasta al amanecer.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Meshes of the afternoon- Maya Deren








Una mujer corre detrás de una figura vestida de negro que porta una flor, se detiene cuando llega a la puerta de entrada de una casa. Una vez dentro, una mirada recorre el interior de un salón comedor y sube las escaleras hasta el dormitorio. Después de contemplarse a sí misma sentada, se dirige a la ventana a través de la cual se ve a ella misma corriendo detrás de la figura vestida de negro. Y de nuevo, todo vuelve a empezar.

Del relato del sueño a la pesadilla del relato
"Meshes of the afternoon", filmada en 1943, es una búsqueda, creo que terminada, de la relación entre el autor y el personaje creado, la multiplicación de los puntos de vista en torno a un mismo suceso, sucesos sin coordenadas espacio-temporales o sin los parámetros causa-efecto.La protagonista sin poderlo evitar se ve envuelta en una espiral de acontecimientos que giran hacia el delirio de toda pesadilla: la muerte.

Éste cortometraje es el primer trabajo de Eleanora Derenkowsky - ucraniana, bailarina, coreógrafa y poeta- quien definía a sus propias obras con el término "películas de cámara" o películas que aspiran a llegar a un público que no sea muy amplio, un público intimista. No aspira a exhibirse en los grandes cines, pero tampoco a la marginalidad. Maya Deren - se cambió el nombre - consigue ilustrar el mismo desdoblamiento que se produce en el estado onírico.Dicen, los que saben, que es la primera artista, la primera autora auténticamente surrealista del cine independiente norteamericano.

The Alphabet - David Lynch



Imagina no poder dejar de repasar el abecedario...nunca. Pues en eso consistió la pesadilla que Lynch y su perturbado cerebro representó en éste su segundo cortometraje.

"Recuerda que debes pactar con la forma humana"