Cuando cada día es un pequeño fin del mundo, un apocalipsis que espera salir de tu bolsillo, es cuando recuerdas un tiempo muy soleado y sonríes por lo absurdo que puede ser todo.
Era la primera vez que contemplaba tanta indignación en el rosto de mi padre y, por el parecido que le tengo, era como verme a mí mismo. Malcon Mcdowel, con bastón en mano, hacía de la suyas en ese mundo de imágenes violentas y sonoras llamado La Naranja Mecánica. Fue suficiente. Su lógica impulsó a su inocente y tierna ignorancia a proferir una frase que define algo más que a sí misma; una frase que es una forma de desver el mundo; un constructo verbal que establece que recorremos aquel sendero que siempre se bifurca a distintos ritmos; una altiva pespectiva de la historia que cada ser humano escribe; una cadencia moral grosera y arcaica: Solo es gente que camina. Tan simple, tan sencillo.Comprendí entonces lo relativo de lo trascendente. Fue conmovedor verle levantarse del sillón y caminar hacia quién sabe dónde.
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