domingo, 7 de febrero de 2010

Donde habitan mis amigos, los monstruos



Tiene más imposturas que buenos modales. Habla en tercera persona. Piensa que el mundo debería ser de cristal, frágil a la estridencia de un altísimo y desafinado grito. Ya no quiere pensar. Ahora es visceral pero aún conserva esa respiración a intervalos de un uhmm y un ufhhh. Si no fuese humano sería un monstruo. Y si fuese monstruo entonces sería uno que grita y destruye, que enfrenta y con melena. Sin embargo no es monstruo y sí humano; humano que piensa y corrige y ordena y habla bajito.

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