Y de entre todas emergió la más valiente. La observé. Rompió la fila y con todo el odio de su mundo se lanzó al ataque. Nadie la seguía. Nadie. Morirá. No lo sabe. No sabe quién es la muerte. No le interesa. Una histórica debilidad e injusticia natural los han puesto en esa situación. Al correr pasa cerca de la hoja más fresca del mundo y de un pedacito de patita de cucaracha. Es ahora todos, es ahora la fila, es ahora ayer y mañana. Es nada y no lo sabe porque se sabe algo. Y delante de mí, observa el eclipse que es mi dedo y desde entonces recordará por siempre un ligero vacío en su estómago y un olor a tierra mojada.
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