viernes, 16 de enero de 2009

Yukoku: Rite of Love and Death - Yukio Mishima (1966)




El veintiocho de febrero de 1936, al tercer día del incidente del 26 de febrero, el teniente Shinji Takeyama, del batallón de transportes, profundamente perturbado al saber que sus colegas más cercanos estaban en connivencia con los amotinados, e indignado ante la inminente perspectiva del ataque de las tropas imperiales contra tropas imperiales, tomó su espada de oficial y ceremoniosamente se vació las entrañas en la habitación de ocho tatami de su residencia privada en la sexta manzana de Aoba-cho, en el distrito Yotsuya. Su esposa, Reiko, lo siguió clavándose un puñal hasta morir.

La nota de despedida del teniente consistía en una sola frase: "¡Vivan las Fuerzas Imperiales!" La de su esposa, luego de implorar el perdón de sus padres por precederlos en el camino a la tumba, concluía: "Ha llegado el día para la mujer de un soldado". Los últimos momentos de esta heroica y abnegada pareja hubieran hecho llorar a los dioses. Es menester destacar que la edad del teniente era de treinta y un años; la de su esposa, veintitrés.

Hacía sólo dieciocho meses que se habían casado...

(Fragmento del cuento Patriotismo de Mishima)

Pasé cerca a una funeraria e inmediatamente recordé una imagen que se me grabó mientras perdía mi mirada a través de una de las ventanas de la extinta línea 06: una hermosa joven china, de pie, en minifalda roja, descalza y comiendo, grotescamente, una naranja en la puerta del expendio de cajones.

Minutos más tarde, y ya en casa de mi prima, me mencionó que su primer novio está viviendo en Japón. Imágenes de oriente me atacaron y no sé de qué forma, muchos más minutos tarde, me encontré buscando cortos japoneses. Y sí que me di una buena sorpresa.

La primera vez que oí su nombre yo no recordaba el mío. La ebriedad que compartía con un individuo y otros seres en un cuartucho limeño no me permitió seguir el inicio de su conversación sobre el que suponía era un literato, y que por el nombre debía ser asiático. El único escritor de esa raza que reconocía por ese entonces era el de Kawabata, y ahora que lo recuerdo, creía que Mishima y Kawabata eran el mismo. ¡Qué ignorante! No me sorprende. Sé poco de escritores japoneses. Y mucho menos de los que se suicidaron, como los anteriormente mencionados.

No hablaré de Mishima, de quién solo he leído (hoy) un cuento. Pero sí les dejo el cortometraje (casi mediometraje) que protagonizó y dirigió en 1966 y que tiene base en el cuento con base real que está al inicio de este post. Casualidades, pocos años más tarde, la realidad reemplazará a la ficción (o será que nunca existió) en la vida del literato en el "rito de amor y muerte (no olvidemos desentrañamiento)"

No hay comentarios: