La primavera de verano no es una estación constante. Al fin y al cabo nadie dijo que así lo sería siempre. Una nube ceniza atraviesa el cielo y oscurece una gota de sudor que no terminará de caer por mi frente ni en mil años. El refugio bajo la sombra de el árbol es grandiosa, hermosa. Debo apurarme. El día se acaba y por ahora solo hay garabatos. Al menos eso me dará tiempo. El cálido estoicismo del tronco no durará mucho.
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