Ante las sorprendentes coincidencias de esta semana intenté reflexionar en el asunto. Comencé por el hecho de ver atropellos y accidentes - incluyo mi caída por las escaleras- al menos una vez por día. Tenía miedo de cruzar la calle. Me quedaba al centro de las pistas, casi siempre, aguardando que un vehículo( que no sea una combi) se despistara y acabará con mi, probablemente ahora menos infeliz, existencia. En situaciones como esa me jode la idea de tener un certificado de que realmente existo. Y al cruzar la carretera central, sobre ese espacio que divide las carriles contrarios ( se me olvidó el nombre) razoné sobre el
caminar; pero no el caminar como instinto inpensado,
no el de solo gente que camina , sino el otro: el caminar metódico y calculado, ese que usas cuando, al menos sobrio, te encomiendas en la empresa de cruzar una pista. Me sentí ridículo cuando la masa cruzó casi como un solo cuerpo, amorfo y tibio pero con prisa. Yo me quedé estático esperando a que ese puto carro que venía a velocidad
- el blanco no; el azul
me golpeará y me rompiera todos los huesos que ya estaban frotados con VIBORINA. No crucé y ni el aunto blanco ni el azul decidieron generesamente despistarse. Sentí entonces que solo ahí estaba libre. Mi cuerpo era libre del impulso de la masa. Me restregué el rostro porque un volquete me lanzó todo su gas negro en la cara.
Por eso cuando encontré este corto, sdvjibhiodhsdso (esa fue mi frente en el teclado), admito que enloqueceré con esto de las coincidencias..
Moraleja: cruzar una calle puede ser mortal o puede ser el pretexto para sentirse libre y reinventado
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